Está ampliamente demostrado que aprendemos mucho más cuando nos involucramos activamente en el proceso de aprendizaje, ya que ponemos en juego los cinco sentidos en lugar de los dos característicos de las metodologías tradicionales (vista y oído). Así, la experiencia se graba en el cerebro a través de cinco vías simultáneas.
- Cada participante construye el conocimiento a partir de un proceso de aprendizaje que, al estar adecuadamente guiado, favorece el auto-descubrimiento.
- La percepción de riesgo en las actividades y el entorno social generado en cada experiencia conducen al grupo hacia un estado óptimo de predisposición para el aprendizaje.
- Las actividades, los problemas a resolver y los escenarios suelen ser poco convencionales, lo que genera condiciones de interdependencia e integración difíciles de reproducir en otros contextos.
- Existe una relación directa entre causa y efecto: las consecuencias de las acciones de cada individuo y grupo son fácilmente observables. A partir de la observación crítica al cierre de cada actividad, se extraen conclusiones valiosas que impulsan la búsqueda de nuevas alternativas de pensamiento y conducta.
- El aprendizaje es generalizable: muchos de los patrones de comportamiento individual y grupal que emergen durante las actividades son los mismos que se manifiestan en otros ámbitos de la vida personal y laboral. La conexión entre lo particular y lo general permite descubrir patrones, principios y leyes útiles para la vida cotidiana.
¡Y todo esto, porque es divertido!
